Por Francisco Peris, Psicólogo.
Las emociones son reacciones subjetivas que experimentamos ante las experiencias y, que están asociadas a cambios fisiológicos (p.ej. aumento o descenso de la frecuencia cardíaca, sudoración, contracción o dilatación de los vasos sanguíneos, etc.) y de conducta (p.ej. un salto, paralización, o expresiones faciales). Entre los diferentes autores que han estudiado las emociones, parece haber cierto acuerdo en considerar como emociones básicas cinco: la alegría, tristeza, miedo, sorpresa, desagrado e interés.
La capacidad del ser humano de experimentar emociones se relaciona directamente con sus funciones protectoras para el organismo (comunican necesidades, nos movilizan ante situaciones de emergencia o, motivan la exploración el entorno). Así, por ejemplo, la emoción de miedo o terror nos advierte de un peligro y nos prepara para la lucha o la huida; o la ira y la rabia nos es útil para expresar alguna frustración (entendiéndose ésta como la sensación que experimentamos cuando no podemos conseguir un objetivo o meta) que, esperablemente, regulará las condiciones del ambiente para llegar a nuestro fin.
Entonces, ¿experimentan los bebés y los niños y niñas las mismas emociones que los adultos?